Encontrando a Dios en la infertilidad
Encontrando a Dios en la infertilidad

Encontrando a Dios en la infertilidad

Por Lindsey Voorhees, Escritora invitada

Un camino en el Desierto

Hace cuatro años, mi esposo Sean y yo recibimos nuestra primera prueba de embarazo positiva. Llevábamos diez meses intentándolo y empezábamos a preocuparnos, así que esta noticia nos trajo mucha alegría. Una semana después, los médicos descubrieron que tenía un embarazo ectópico en el que el embrión estaba adherido a mi trompa de Falopio. Los embarazos ectópicos ponen en peligro la vida, por lo que mi médico sugirió una cirugía para extraer la trompa.

Finalmente nos decidimos por la eliminación medicada porque no tenía dolor ni sangraba. Tuvimos un mes estresante esperando que mi hormona del embarazo se redujera a cerodespués de recibir medicamentos para detener el crecimiento del embrión. No se me permitía realizar actividades extenuantes ni viajar, ya que necesitaba estar cerca de un hospital en caso de que se rompiera mi trompa de Falopio. Mientras tanto, lamenté la pérdida del bebé que sentí que ya habíamos llegado a conocer.

Al día siguiente de enterarnos que nuestro embarazo no era viable, recurrí a la Palabra de Dios. El Salmo 94:19 dice: Cuando en mí la angustia iba en aumento, tú consuelo llenaba mi alma de alegría(NVI). Ya había pasado por el dolor antes y sabía que no podría hacerlo sin la ayuda de Dios. Estuve agradecidapor mi fe durante este dolor. Leer Su palabra y pasar tiempo con el Señor me ayudó a pasar los tres meses que necesitaba para permitir que mi cuerpo sanara. Sus consuelos se nos dan en la Biblia, y usé cada mensaje allí para reunir fuerzas para seguir adelante.

Sean y yo comenzamos en serio a intentarlo de nuevo después de que nos autorizaran. Hicimos pruebas de ovulación, cronometramos nuestras relaciones sexuales y todavía no hubo embarazo. 2 años más de intentarlo solo nos trajeron angustia y desconexión. Estaba empezando a perder la esperanza y a enfadarme. Lloré al comienzo de cada período y leí innumerables artículos y consejos tratando de encontrar algún control sobre nuestras circunstancias.

Cuando me di cuenta por primera vez de que la infertilidad iba a ser parte de mi historia, fui optimista. Sabía que el Señor era mi Salvador y que tenía esto bajo control. Sin embargo, la infertilidad me hizo buscar el control. Escuchamos que, si nos mantenemos positivos, tomamos las vitaminas adecuadas o comemos la dieta adecuada, nacerá un bebé. Cuestionamos nuestros cuerpos y nuestras acciones. Cuestionamos cómo pensamos y qué comemos. Intenté hacer esto durante muchos años, y aun así obtenía la misma respuesta… todavía no.

Con el tiempo, descubrí que estas mismas preguntas y dudas se adentraron en mi fe y mi visión de Dios. Las preguntas se convirtieron en ira y el dolor en oración desesperada. La infertilidad se volvió una batalla espiritual intensa, la cual no estaba ganando. Convertí el anhelo de un bebé en la única esperanza de mi vida. Las oraciones sin respuesta se tornaron en amargura y resentimiento hacia el Dios que tanto amo. Lo veía como si no estuviera respondiendo las oraciones para mi vida. Oraciones y deseos de maternidad que sé que son buenos.

Ninguno de nosotros sueña con pasar por la infertilidad. Tenemos sueños de maternidad, matrimonio y familia que no incluyen años de asombro, sufrimiento, pérdida y dolor. Después de algunos años de lucha, descubrí que la infertilidad me afectaba mucho más de lo que imaginé. Me sentí aislada y sola. Luché con mi fe y mi esperanza estaba ausente.

Buscándolo a Él

Una hermana en Cristo me animó a tener un día de oración, específicamente porque era incapaz de presentarme a Dios en mi desesperación. Acepté porque confiaba en ella. Se supone que debemos ir a Dios con todo, pero estaba tan enojada. Pasé algunas horas en mi balcón trasero y comencé diciendo: «Dios, no quiero hablar contigo en este momento». Él respondió a lo grande. Las palabras fe y esperanza vinieron a mi corazón por el Espíritu Santo, así que recurrí a Hebreos 11:1 (NVI);Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve” (NVI). Siempre ha sido uno de mis versos favoritos, así que continué leyendo el capítulo.

Dios quería que viera este capítulo para mostrarme que Él está trabajando y ha estado trabajando a lo largo de la historia de la creación. Dios usó a personas como Noé, Abraham, José, Sara y Moisés para ayudar a establecer Su reino. Hebreos incluso dice que murieron en la fe, sin siquiera ver lo que Dios estaba haciendo. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor (Hebreos 11:39-40, NVI).

Dios quería que yo contemplara la obra de Su mano en la comunidad de creyentes. Él deseaba que yo pudiera ver que Sus propósitos son mucho más grandes de lo que podemos imaginar y superan todos los tiempos. Él tiene un plan para mi vida que está conectado con todo lo que ya ha hecho, pero debo vivir por fe. En ese momento, me sentí quebrantada pero muy llena por el mensaje del Señor para mí. Quiero construir mi vida para Su reino.

Isaías 55:9 es un versículo que está grabado en mi corazón: Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra! (NVI). Él quiere más para nosotras que solo un bebé. Él quiere una relación más profunda con nosotras. Él quiere construir Su reino con toda la gloria que Él ha planeado desde el principio de los tiempos.

Cosas nuevas

Me di cuenta de que Dios me estaba guiando a iniciar un grupo de apoyo para otras mujeres que necesitan esperanza. Él me ha ayudado a construir relaciones con otras no solo para ser un estímulo para ellas, sino también para yo ser alentada. En 2 Corintios 1:3-4 Pablo escrib: «Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren«(NVI). Dios define tan claramente el propósito de nuestras relaciones con otros. Nuestras historias son para ayudar y dar consuelo a otros en tiempos de sufrimiento.

No tenemos que atravesar la infertilidad solas, y especialmente sin el fundamento de nuestra fe. Podemos creer juntas que Cristo puede restaurarnos. Podemos orar juntas y animarnos unas a otras a través de una lucha similar. Todo lo que necesitamos es a Cristo en el centro.

Este grupo me ha mostrado cómo Dios está obrando a través de mi sufrimiento. He visto sanación, sentido aliento, y he experimentado alegría a través de estas relaciones. Estoy agradecida por estas mujeres. El grupo de apoyo para la infertilidad me ha mostrado de primera mano que Dios obra a través de nosotras, he incluso en nuestro sufrimiento. Santiago 1: 2-4 dice: Hermanos míos [hermanas mías], considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada (NVI).

Todavía me falta, a veces me siento incompleta, pero sé que soy amada por Dios. Estoy creciendo a medida que aprendo a confiar en Su voluntad para mí. He visto esa voluntad en acción trayendo mayor alegría en mi matrimonio, sosteniendo relaciones sólidas y llenas de fe con amigos, y el consuelo en este viaje a través de la infertilidad que solo puede venir de la fe. No significa que no duela aun, pero pese al dolor, hay alegría y una paz que nunca esperé tener.

En agosto pasado tuve una pérdida temprana del embarazo. Después de cuatro años de infertilidad, ni siquiera sabíamos que un embarazo era posible, y luego perderlo fue desgarrador. Fue nuestro segundo. Hace unas semanas, el dolor golpeó tan fuerte que fue impactante. No sabía que todavía estaba allí. Durante esta pérdida, oré constantemente, pedí apoyo y descansé en la verdad de lo que Dios me ha mostrado en los últimos años. Sé que Él sigue conmigo, y sigue obrando.

La infertilidad ha sido una ola de dolor tras otra, de esperanza, desilusión, de alegría y angustia. Una lucha constante y a veces abarcadora. El Señor ha sido clemente y misericordioso conmigo mientras combato contra el impulso de dejar de lado la fe. Él me ha consolado y me ha dado una esperanza mayor, la cual seguramente no hubiese tenido sin lo vivido en los pasados cinco años. Él siempre está caminando conmigo pidiéndome que tenga fe.

“Olviden las cosas de antaño; ya no vivan en el pasado. ¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados” (Isaías 43:18-19, NVI).

Dios está escribiendo nuestra historia

Sean y yo comenzamos el 2023 con entusiasmo, y con conocimiento de que continuaríamos con los tratamientos médicos. Aunque buscar tratamientos no tiene garantías, me siento fortalecida porque sé que estoy caminando el proceso con el Señor. Siento una novedad, una expectativa, y estoy muy agradecida. Sé que esto me ha sido provisto a través de la fe. La pasión por la vida sin importar el porvenir es muy real para mí.

Estoy entusiasmada por mi matrimonio, por probar cosas nuevas y por cualquier aventura que se avecine, sea buena o mala, porque sé que Él está obrando. Estoy agradecida. Tengo esperanza. Estoy lista para enfrentar cada día con la protección de Dios. Él da paso a lo nuevo siempre

¡El camino en el desierto es absolutamente impresionante!


Acerca de la autora

Lindsey Voorhees

Lindsey dirige un grupo local de apoyo en Syracuse, NY a través de Waiting in Hope: Infertility Support Ministries.  Encuentra información acerca del grupo en https://www.waitinginhopeinfertility.com/groups o envía un correo electrónico a Lindsey@waitinginhopeinfertility.com