Creemos que toda la Escritura es inspirada por Dios y que Él nos habla a través de ella para revelarnos su verdad. Afirmamos que las Escrituras son el consejo completo de Dios para cumplir el diseño divino de feminidad a plenitud. (2 Ti. 3:16-17; 2 P. 1:20-21)
La Oración
Creemos en el mandato de las escrituras a orar en toda ocasión, con ruego y súplica, presentando nuestras peticiones a Dios con acción de gracias. Procurando que el nombre de Dios sea glorificado, que su reino venga y se haga su voluntad como en el cielo así también en la tierra. (Fil. 4:6, Mt. 6:9-10, 1Ts. 5:17)
Dios
Creemos en un Dios trino (Padre, Hijo y Espíritu Santo), quien en su Soberanía creó todas las cosas para su gloria y deleite. (Gn. 1:1; 1 Co. 8:6; Col. 1:16; Ap. 4:11)
La Salvación
Creemos que todo ser humano nace con una naturaleza pecaminosa, muertos espiritualmente y separados de la gloria de Dios como consecuencia de su pecado. De manera que, el hombre no puede ser salvo por sus propios méritos, sino sólo por la gracia de Dios, a través de la fe en Jesucristo, único mediador entre Dios y los hombres. (Ro. 3:23; Ro. 10:9; Ef. 2:8-9; 1 Ti. 2:5-6)
La Iglesia
Creemos que la iglesia es el cuerpo de Cristo, compuesta por gente de toda lengua y nación que ha confesado a Jesús como su Señor y Salvador. (Ef. 2:19-22)
El Hombre y La Mujer
Creemos que Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, igualmente dignos y valiosos, pero distintos en género y función. Ambos al complementarse glorifican a Cristo y edifican el hogar y la Iglesia. (Gn. 1:26–28; 2:18; Gá. 3:26–28; Ef. 5:22–33; 1 P. 3:7; 1Ti. 2:11-12; Tit. 2:4; Ro. 16:1)
El Matrimonio
Creemos que el matrimonio es entre un hombre y una mujer. La esposa debe libremente someterse al liderazgo de su esposo en total confianza y obediencia al Señor. El esposo debe cumplir su llamado de amar, cuidar y dar la vida por su esposa, siendo esto un testimonio de la relación entre Cristo y su Iglesia. (Ef. 5:21-33)
Los Hijos
Creemos que los hijos son herencia del Señor y un regalo de alta estima. Afirmamos que su vida debe ser protegida desde el momento de la concepción. (Gn. 1:28; Gn. 9:1; Sal. 127:3; Sal. 139:13-16)
Maternidad y Madurez Espiritual
Creemos que la mujer tiene el privilegio de reflejar el carácter de Dios siendo dadora de vida, no solo de manera biológica, sino en toda relación que tenga la oportunidad de establecer, nutriendo, enseñando y apuntando a otros a Cristo. (Ef. 4:14-16; Pr. 31; Tit. 2: 3-5)