Creadas para ser ayuda
Creadas para ser ayuda

Creadas para ser ayuda

Por Elena Maldonado

“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”

Génesis 2:18

Ayuda adecuada, ayuda ideal

Génesis 1:31 nos dice de lo satisfecho que Dios estaba con su creación. Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno. Imagínate por un momento al Creador y Sustentador de todo, tornando su mirada al hombre, pausar y reconocer que, aunque todo lo que había hecho era bueno en gran manera, a Sus ojos, no era bueno que el hombre estuviese solo.

Adán no le pidió a Dios una compañera. Aun así, Dios sabía lo que él necesitaba incluso antes de que se lo pidiera. Y para suplirle conforme a Sus riquezas en gloria lo que le faltaba, Dios decidió hacerle al hombre ayuda idónea, adecuada he ideal para él. La mujer fue creada a causa del hombre y hecha por Dios para satisfacer la deficiencia del hombre. Igual al hombre, pero diferente. Sin hombre no hay mujer, sin Cristo no hay Iglesia.

Dios enseña al hombre lo que se requiere para comportarse varonilmente

Antes de darle al hombre una ayuda adecuada, Dios enseña al hombre lo que se requiere para comportarse varonilmente.Dios le instruyó a ejercer autoridad y a ser un buen mayordomo sobre todo lo que Él le había dado y puesto a su cuidado. Dios lo formó para que liderara conforme a Su corazón.  Dios se encargó de que la mujer tuviera un lugar donde habitar y a un hombre capacitado por Él mismo para que la amara, cuidara, protegiera y proveyera para ella.

Dios instruye al hombre a cuidar de su vida espiritual en el huerto  

Dios instruye al hombre a que sabiamente cuidara de su vida espiritual y eventualmente la de su esposa, estableciendo límites y consecuencias claras. “Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17).

Unión destinada a producir fruto

La unión de Adán y Eva fue cimentada en la voluntad de Dios y destinada a producir frutos que trajeran gloria a Su nombre. Multiplicarse y llenar la tierra solo era posible si Dios hacía a dos una sola carne. Una unión que nadie pudiera separar (Mateo 19:6).  

Una ayuda con conocimiento, pero sin discernimiento

La mujer en el Jardín tenía conocimiento, pero no discernimiento para distinguir la verdad de la mentira.  Su falta de sabiduría, discreción y prudencia la llevó a envolverse en una plática mortal. El enemigo tergiversó el mandato de Dios para ella y su esposo. “Pero la serpiente le dijo a la mujer: —¡No es cierto, no van a morir! Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal” (Génesis 3:4-5).

Una simple conversación fue suficiente para que la mujer fuera engañada y su carácter fuera corrompido (1 Corintios 15:33). Preguntémonos ¿a qué o a quién le estamos prestando oído que está tergiversando la verdad de nuestro rol como ayuda? Todo pensamiento o idea que nos haga ver nuestro llamado como uno subyugado a la opresión masculina definitivamente no viene de Dios. Él nos hizo mujeres con un propósito y desea que tengamos plena confianza en su plan para nuestras vidas.

Dios promete que, si buscamos su voluntad en todo lo que hagamos, Él nos mostrará el camino que debemos tomar (Proverbios 3:6).  No nos dejemos impresionar por nuestra propia sabiduría (Proverbios 3:7), y llevemos a Dios las preguntas que tengamos con relación a nuestro rol con corazones enseñables. Solo con la ayuda de Su Espíritu obrando en nosotras por medio de Su palabra, destruiremos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevar cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo (2 Corintios 10:5).

Dios provee en Cristo lo que Su palabra demande de nosotras

Dios en su inmenso amor por nosotras, siempre proveerá en Cristo lo que Su palabra demande de nosotras. Dios es quien produce en nosotras tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad (Filipenses 2:13).

Dios nos pide obediencia a Su palabra

El mayor ejemplo de obediencia lo tenemos en Cristo, quien se hizo obediente hasta la muerte. Cristo tenía como prioridad hacer la voluntad del Padre y que este fuera glorificado en todo. En su momento más difícil dijo: “Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí, sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía (Lucas 22:42).  ¿Tenemos las mismas prioridades que Cristo?  ¿Es nuestra prioridad hacer Su voluntad y glorificarle en todo, sin importar el costo? ¿Le responderías a Dios en obediencia? “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1:38).

Casada o soltera, Dios nos pide vivir nuestro llamado a ser ayuda

Somo mujeres, creadas para ser ayuda. Si eres casada Dios te ha hecho idónea para tu esposo. Si eres soltera, sigues siendo ayuda he influencia poderosa en los varones que están a tu alrededor. Ejerciendo nuestro llamado a la manera que Dios, (casadas o solteras) seremos usadas para estimularles a que sean hombres conforme a Su corazón, a que se comporten varonilmente asumiendo su rol y no delegándolo. Con nuestro ejemplo también animaremos a otras mujeres a abrazar su feminidad y llamado a ser ayuda.

No estamos solas. Cristo es nuestro paraklētos. Lo que significa Ayudador, Consejero, Consolador, Mediador. Cristo conoce muy bien lo que significa ser ayuda y ejerce magistralmente su rol diariamente en nuestra vida. ¡Cuán bueno es contar con el Ayudador y Su compañía en todo tiempo! “Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes” (Juan 14:16-17). Meditemos en el rol de Cristo como Ayudador. Mirémonos en Su espejo y sepamos que lo que nos falta lo tenemos en Él. Imitemos el ejemplo del paraklētos.  

Dios nos pide respetar a nuestros esposos

Jesús nos exhorta a que aprendamos de Él, pues él es apacible y humilde de corazón. Al aprender de Él encontraremos descanso para nuestra alma (Mateo 11:29). La belleza de un espíritu tierno y sereno en la esposa es precioso a los ojos de Dios. Una mujer que pone su confianza en Dios acepta la autoridad de su maridoy hace lo correcto sin temor a lo que su esposo pudiera hacer.  ¿Es la belleza interior de un espíritu tierno y sereno la que tu esposo ve?

Dios nos pide sujetarnos a nuestros esposos

Cristo nos dio el mayor ejemplo de sujeción y desea que nuestra actitud sea como la suya. “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló así mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!” (Filipenses 2:5-8).

Somos reflejo del Ayudador en nuestra casa. Nuestro comportamiento en nuestro hogar tiene más peso que cualquier palabra que pudiéramos decir. El corazón de nuestros esposos es capturado por Dios al observar una conducta integra y respetuosa en nosotras. “Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos, de modo que, si algunos de ellos no creen en la palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras, al observar su conducta íntegra y respetuosa» (1 Pedro 3:1-2). Somos realmente idóneas para nuestros esposos cuando nos arraigamos a esta verdad: «No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad considerando a los demás como superiores a nosotros mismo (Filipenses 2:3).

Que el Señor nos ayude a que seamos fuente de bien y no de mal para nuestros esposos todos los días de nuestra vida (Proverbios 31:12). Que siempre traigamos a la memoria que la mujer sabia edifica su casa, la necia, con sus manos la destruye (Proverbios 14:1).

Meditemos:

Tómate un tiempo y reflexiona en lo que has leído. Ten en mente que la gracia que necesitamos para hacer Su voluntad con alegría la encontramos en Su trono. Allí el Ayudador nos espera. Acerquémonos confiadamente (Hebreos 4:16).