Por Elena Maldonado
Julio 4 de 1776. Día donde en unanimidad, aún en medio de la guerra, las 13 colonias norteamericanas se declararon autónomas y libres del dominio, tiranía y usurpación de derechos del Rey Jorge III de Gran Bretaña. La liberación de un sin número de batallas sangrientas dio paso posteriormente a la victoria y nacimiento de los Estados Unidos de América como nación independiente. Los padres fundadores entendieron que su afiliación política con Gran Bretaña ponía en peligro principios básicos redactados en la Declaración de Independencia: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Si la forma de gobierno fuera contraria a estos principios, entonces el pueblo en su derecho puede abolir o instituir un nuevo gobierno.
Este es el sentido estadounidense de lo que significa libertad y que ha sido un modelo de buen gobierno para algunas naciones. Sin embargo, para muchos, se ha convertido en una filosofía de vida, que les ha hecho creer que ser libre significa no permitirle a ninguna fuerza externa imponerles cómo deben o no vivir sus vidas. ¿Es este tu sentido o percepción de libertad? ¿Ser libre es realmente hacer lo que queramos?
La Biblia nos exhorta a que no confundamos libertad con libertinaje. “Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor” (Gálatas 5:13, NVI). 1 Pedro 2, nos dice que los que actúan como personas libres no se valen de su libertad para disimular la maldad, sino que viven como siervos de Dios, dando a todos el debido respeto (amando a los hermanos, temiendo a Dios, sometiéndose a toda institución humana por causa del Señor). De acuerdo con 1 Pedro 2:11-12 (NVI), vivir como siervos de Cristo (libres) implica tres cosas:
- Reconocer que nuestra ciudadanía es la celestial, no la terrenal. En otras palabras, somos extranjeros y peregrinos en este mundo. “Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo” (Juan 17:16, NVI).
- Apartarnos de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida. Estos deseos pecaminosos se personifican como si fueran un ejército de rebeldes o guerrilleros que incesantemente tratan de destruir la alegría, la paz y la utilidad del cristiano[1]. “Pues, aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo” (2 Corintios 10:3, NVI). “En verdad, el Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio” (Tito 2:11-12, NVI).
- Mantener entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación. Pedro estaba enseñando que cuando la gracia de Dios visite el corazón de un incrédulo, éste responderá con fe salvadora y glorificará a Dios porque recuerda el testimonio de los creyentes que había observado[2].
Nada de lo antes mencionado podemos llevarlo a cabo por nuestras propias fuerzas. La buena noticia es que contamos con la ayuda de Aquel que vivió en perfecta obediencia en medio de un mundo hostil venciendo al pecado y a la muerte, Jesucristo. Así que podemos decir con total seguridad, no en nuestras habilidades, sino en Su poder “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
Reflexiones en el día de la independencia
- Recordemos que Cristo nos libertó para que vivamos en libertad (Gálatas 5:1, NVI).
- Recordemos de dónde el Señor nos sacó. Así que, mantengámonos firmes y no nos sometamos nuevamente al yugo de esclavitud (Gálatas 5:1, NVI).
- Recordemos que Dios no es un rey tirano. Él nos invita a que nos acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos (Hebreos 4:16, NVI).
- Recordemos que necesitamos de Dios. La dependencia en Cristo trae verdadera libertad.
- Celebremos y gocémonos en la libertad e independencia que, por voluntad de Dios, nuestro país nos proporciona como ciudadanas.
- Celebramos conscientes de que nada es para siempre y que la libertad que celebramos hoy quizás no la tendremos mañana. Así que, aprovechemos bien el tiempo, porque los días son malos (Efesios 5:16, NVI).
- Celebremos con los pies en la tierra, concentrando nuestra atención en las cosas de arriba, donde esta Cristo, no en sistemas de gobierno terrenales.
- Celebremos bíblicamente conscientes de que nuestra ciudadanía es la celestial y todo lo que conlleva ser ciudadanas del cielo va por encima de todo. “En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20).
- Oremos y aprendamos de la fe y perseverancia de los creyentes que no gozan de las mismas libertades civiles y que son perseguidos por causa del evangelio.
[1] MacArthur, J. F., Jr. (2006). The MacArthur study Bible: New American Standard Bible. (1 Pe 2:11). Nashville, TN: Thomas Nelson Publishers.
[2] MacArthur, J. F., Jr. (2006). La Biblia de estudio MacArthur: Nueva Biblia Estándar Americana. (1 Pe 2:12). Nashville, TN: Thomas Nelson Publishers.