7 verdades para recordar en la relación con tu cuñada

Por Keyla Rodríguez

Por la gracia de Dios y con el paso del tiempo he aprendido a atesorar la relación con mi cuñada. Digo esto porque no se dio de la noche a la mañana.

Nunca he tenido una relación de enemistad con mi cuñada, pero la diferencia en nuestra relación desde el momento en que me casé con su hermano hasta el día de hoy la considero extravagante. Con gozo y gratitud puedo decir que por la gracia de Dios he ganado en ella una hermana. Mas aún porque compartimos la misma fe.

Ciertamente cada una de nosotras vivimos en lugares y circunstancias diferentes. Algunas de nosotras podemos establecer relaciones con facilidad y a otras se nos hace cuesta arriba por un sinnúmero de razones. Tal vez tu cuñada sea creyente. Tal vez no. Pero aún si tu situación es diferente a la mía quiero animarte a vivir a la luz de Su palabra en todo tiempo.

Mientras meditaba en lo que ha contribuido a que tenga una buena relación con mi cuñada vinieron a mi mente 7 verdades que debo recordarme a misma constantemente. Oro que estas verdades te ayuden y animen a vivir para la gloria de Dios al relacionarte con tu cuñada.

1. Es una relación entre pecadoras

    Recordar la verdad de que somos pecadoras me ayuda a mantener mi pies en la tierra. Por lo tanto, no espero que mi cuñada sea perfecta. Se que en algún momento fallaremos y eso no significará el fin del mundo. Pero si es un buen recordatorio de la necesidad que tenemos ambas de Cristo. Nuestras fallas nos llevan a a un lugar en común, la cruz de Cristo.

    2. No soy mejor que mi cuñada

      Anclar mi corazón a la verdad de que no soy mejor que mi cuñada me ha ayudado a mostrarle amor con libertad. El romper el patrón de comparación que suele existir entre mujeres rinde buen fruto. Debemos de cuidarnos de caer en el ciclo de exaltar las faltas de otras y minimizar las nuestras para tratar de sentirnos que somos mejores. Hacer esto es engañarnos a nosotras mismas. En Gálatas 6:3-5 dice “Si alguien cree ser algo, cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo. Cada cual examine su propia conducta; y, si tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie. Que cada uno cargue con su propia responsabilidad.”.

      3. No debo murmurar acerca de ella

      Es muy fácil caer en la murmuración cuando queremos defender nuestra causa. Una de las cosas que he resuelto y persigo es no murmurar en contra de mi cuñada ni de ninguna otra persona. La murmuración sucede en un abrir y cerrar de ojos. Cuando nos damos cuenta ya hemos dicho demasiado. Solo con la ayuda de Dios y viviendo a luz de Su palabra podemos lograrlo. Pero si fallamos tenemos esperanza en nuestro punto de encuentro, la cruz de Cristo. En 1 de Pedro 2: dice, “…Pero, si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo.”.

      4. Mi relación con mi cuñada afecta a mi esposo

      Pienso que una de las últimas cosas que consideramos o que tal vez ni nos pasa por la mentees que las relaciones que establecemos con la familia de nuestros esposos los afectan a ellos. Debemos recordar que el mundo no gira alrededor nuestro.

      Nuestro amado ya es nuestro, pero tenemos que recordar que su familia no desaparece de la faz de la tierra cuando ellos se unen a nosotras. Debemos ser motivo de gozo y honor para nuestros esposos cuando nos relacionamos con su familia. ¿Alguna vez has considerado esto? ¿Cómo haz visto que tu relación con tu cuñada afecta a tu esposo?

       Proverbios 12:4 dice, “La mujer ejemplar es corona de su esposo; la desvergonzada es carcoma en los huesos.”.

      5. Debo de recordarme a mi misma las verdades del evangelio

       Recordar es bueno y necesario. Nosotros tendemos a ser olvidadizos y sufrimos las consecuencias de serlo. Recordar las verdades de las escrituras es clave para avanzar en nuestro caminar en esta vida debajo del sol.

      Traer a la memoria las verdades de las escrituras en momentos específicos me ha llevado a tener presente lo que Señor requiere de mí como hija Suya. Porque que solo teniendo una relación correcta con el Padre podré tener y fomentar relaciones correctas con otros.

      6. Debo de compartir las verdades del evangelio con ella

      Compartir las verdades del evangelio con mi cuñada me hace bien. Porque me lleva a examinarme a mi misma y mirar si estoy viviendo en la verdad. Como creyentes estamos llamadas a ser maestras del bien (Tito 2). Ya sea que tratemos con una mujer creyente o no, mostrar el evangelio y apuntar siempre a Cristo. Por que no nos promovemos a nosotras mismas, sino a Jesucristo como Señor. (2 Corintios 2:5)

      7. Debo de amarla

      Debemos amar. Se trata de obediencia. Y Dios que nos ha mandado a que amemos nos dará lo necesario para que lo hagamos. Filipenses 2:13 dice, “pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad.”. Recordar la cruz me ha ayudado a ver correctamente la forma en la que debo de amar. Primero de manera vertical, a Dios, y luego de manera horizontal, a mi prójimo.

      Mateo 22:36-40 dice:

      ” —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?

       —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—.  Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.”

      Y finalmente, hasta entre los no creyentes se dice debemos tratar a otros como queremos que nos traten a nosotros. Mateo 7: 12 dice: “Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas”.

      Su gracia es mayor

      Tengo que reconocer que he cometido muchos errores, pero las misericordias de Dios son nuevas cada mañana y Su gracia es mayor. Y esta verdad no es solo para mí. Es también para ti, en Cristo.

      Es mi deseo y oración que seas animada con estas verdades en cualquiera que sea la circunstancia en la que te encuentres. Vayamos constantemente al punto de encuentro, la cruz de Cristo. Porque el evangelio lo cambia todo.