5 verdades que necesito recordar el 14 de febrero

Por Keyla Rodriguez

Se acerca el 14 de febrero y en muchos países alrededor del mundo se celebra el Día de
San Valentín, también conocido como el Día del amor y la amistad. El panorama para esta temporada festiva no es difícil de pronosticar. El color rojo estará en todo su apogeo. Las joyas, las flores, las postales, los dulces y los chocolates serán de los artículos más vendidos en las tiendas por departamento y los centros comerciales. Las redes sociales se llenarán de fotos que presumirán la amistad y el amor ideal. Y el deseo de hacer de este día del año lo máximo cautivará tanto las mujeres como a los hombres.

Por otro lado, son muchos los que detestarán la temporada y aborrecerán el día. Debido a
que consideran que no tienen amor que celebrar. En medio de un mundo inconstante y lleno tendencias que no corresponden con la realidad podemos agobiarnos fácilmente sino anclamos nuestros corazones a la verdad de la Escritura.

He meditado acerca de las ocasiones en las que he arruinado silenciosamente el 14 de
febrero por considerar y desear ser parte de las tendencias del mundo. He experimentado en carne propia la amarga consecuencia de la insatisfacción y falta de contentamiento por buscar sentirme perfectamente amada por personas imperfectas.

Así que hice una lista de lo que necesito y quiero recordarle constantemente a mi corazón
en la celebración del popular Día de San Valentín. Y espero de todo corazón que esta
lista pueda ser útil para ti que me lees.

5 verdades que necesito recordar el 14 de febrero:

1. No se trata de mí

      Es muy fácil para la mujer caer en la tentación de querer ser el centro de atención
      durante la celebración del Día San Valentín. Pero este deseo promete decepcionar a
      cualquiera muy rápidamente. Ya sea en el círculo de amistades, en el noviazgo o en el matrimonio, el fruto del pecado de protagonismo siempre será un alma insatisfecha.

      Por lo que necesito recordar que soy hija de Dios y la gran historia de la vida real de la cual soy parte nunca se ha tratado de mí y nunca se tratará de mí. En realidad se trata de Cristo. Él es el Salvador. Él es el personaje principal de la gran historia que por pura gracia fui llamada formar parte. Entonces, ¿por qué querer vivir la irrealidad de ser el centro de atención?

      2. Dios me ama

      Cada año son muchos los que pasan por la festividad del 14 de febrero sin la
      compañía de una pareja para celebrar. Y para otros la celebración llega cuando están
      atravesando por un momento difícil en el noviazgo o el matrimonio. La honesta
      realidad es que el Día de amor y la amistad no siempre es el mejor día.

      Por lo tanto necesito recordar que Dios me ama y que en Cristo me mostró el amor
      perfecto y más extravagante con lo brazos abiertos en la cruz del calvario. La cruz
      siempre será el lugar a mirar para recordar que soy amada. ¡Dios me ama! ¡Sí, me
      ama! (Romanos 5:8)

      3. Necesito a Cristo

      Si no mantenemos nuestras mentes sanas y cuerdas, llenas de la verdad de las
      Escrituras, caeremos en la mentira de pensar que necesitamos recibir regalos el 14 de
      febrero como muestra de amor por parte de otros.
      Por lo que necesito recordar una y otra vez que lo que necesito cada día al despertar
      es a Cristo. (Salmo 73:25-26)

      4. En Su presencia hay plenitud de gozo

      No existe nada en esta tierra que pueda satisfacer nuestros corazones por completo.
      Ninguna cosa creada podrá ofrecernos lo que solo Dios puede darnos. Sin Cristo no
      existe la realidad de plenitud y gozo para nuestras almas.
      Así que necesito recordarle a mi alma que la única fuente inagotable que saciara mi
      alma con gozo eterno es Dios porque en Su presencia hay plenitud de gozo y deleites
      para siempre (Salmo 16:11).

      5. El día pasará

      La celebración del 14 de febrero pasará como en un abrir y cerrar de ojos. Pero “el
      gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se
      renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!” (Lamentaciones 3:22-23,
      LBLA)

      Por lo tanto necesito recordar que no debo vivir agobiada por una celebración cultural
      que solo durará un día del año y no para siempre.

        La cultura y la tradición de la festividad del Día de San Valentín no es lo que define el
        amor y jamás se convertirá en una fuente de gozo para nuestras vidas por que es algo
        pasajero. Dios, el creador de todas la cosas, es quien define lo que es el amor. Y las
        Escrituras dicen que Él es amor y ese amor lo ha mostrado en Cristo (1 Juan 4:8-9).
        Gocémonos en Dios la fuente de donde fluye toda bendición y en la esperanza que nos da el evangelio de Cristo (Santiago 1:17).

        ¡No desperdiciemos el 14 de febrero! ¡Vivámoslo para Su gloria porque fue Él quien nos amó primero! (1 Juan 4:19)