Una corazón resuelto
Una corazón resuelto

Una corazón resuelto

Por Keyla Rodríguez

Por mucho tiempo me he preguntado si debo hacer una lista de resoluciones para el nuevo año. Honestamente, no soy de las personas que toman el tiempo para hacer esa famosa lista. Por cierto, al momento de escribir este artículo nunca lo he hecho antes.

Las personas son expertas en hacer de las cosas una tendencia, y pienso que una ellas es hacer resoluciones cada vez que comienza un nuevo año. En efecto, muchas personas hacen su lista de resoluciones y algunos hasta la comparten públicamente. Hay personas que logran llevar a cabo lo que se proponen. En cambio, otras comienzan y no terminan. Otras dejan las resoluciones simplemente como un pensamiento o escritas en una lista, pero nada más que eso.

Como cristiana, no quiero vivir según la tendencia del momento, quiero vivir en la voluntad de Dios que es “buena, agradable y perfecta” (Rom. 12:2). Por lo que, ante tanta inquietud me propuse indagar más sobre este asunto e ir a la Escritura para buscar dirección.

Según la Real Academia Española, en una de sus definiciones, una resolución es “una cosa que se decide”. Así que, ¡las personas están haciendo más resoluciones de las que imaginan!

Entonces, si una resolución no es otra cosa que tomar una decisión respecto a algo, como cristiana, ¿cuál debe ser mi guía y mi meta a la hora de hacer resoluciones o tomar una decisión? ¡Mi guía debe ser la Escritura y mi meta siempre la gloria de Dios! Como resultado, ¡disfrutaremos de gozo verdadero!

Hay una porción bíblica en la que he meditado y remojado mi corazón con relación a este asunto, y me ha confrontado acerca de la manera en la que tomo decisiones. En 2 Tesalonicenses 1:11-12 (NVI), Pablo se dirigió a la comunidad de creyentes de Tesalónica, y los anima compartiendo con ellos sus oraciones delante de Dios –como acostumbraba a hacer en sus cartas– diciendo: “Así que seguimos orando por ustedes, pidiéndole a nuestro Dios que los ayude para que vivan una vida digna de su llamado. Que él les dé el poder para llevar a cabo todas las cosas buenas que la fe los mueve a hacer. Entonces el nombre de nuestro Señor Jesús será honrado por la vida que llevan ustedes, y serán honrados junto con él. Todo esto se hace posible por la gracia de nuestro Dios y Señor, Jesucristo”.

La oración de Pablo por los tesalonicenses es una buena guía a la hora de hacer resoluciones o tomar desiciones. Esta porción de la Escritura me ha ayudado a filtrar mis deseos, intenciones y disposición para decidir hacer alguna cosa, y no solo eso, también me ha dirigido a confiar en Dios y no en mi limitada fuerza.

Amada hermana, hoy quiero animarte a que consideres la oración de Pablo en 2 Tesalonicenses 1:11-12 al momento de resolver hacer algo, ¡o quizás dejar de hacerlo!

Considera:

1. ¿Es bueno y aceptable a Dios?
¿Cómo podemos saber lo que es en verdad bueno? Dios es quien define lo que es bueno y podemos conocerlo a través de la Escritura. Nuestro Dios no es un Dios de confusión. A lo largo de la escritura podemos ver como Él ha revelado Su voluntad a los hombres y claramente ha dado a conocer lo que requiere de ellos.

Romanos 12:2 (NTV) dice: “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta”.

2. ¿Es movido y será movido por la fe?
“En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios” (Heb. 11:6, NVI). Nuestras resoluciones pueden parecer las mejores y mas apropiadas, pero sino proceden de un corazón anclado a la verdad revelada en la Escritura, rendido, reverente y confiado en Dios, no serán agradables a Dios.

3. ¿Reconoces tu necesidad del poder y la gracia de Dios?
Debemos cuidarnos de resolver hacer una cosa sin reconocer que necesitamos del poder y la gracia de Dios para llevarlo a cabo. ¡Separados de Él nada verdaderamente bueno podemos hacer (Jn. 15:15)! En Romanos 7:18 (NVI) Pablo dijo: “Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo”.

4. ¿Será Cristo glorificado?
¡Vivir para la gloria de Dios es bueno y es justo! No encontraremos deleite y gozo más alto que vivir para Su gloria, porque para eso fuimos creados, ¡para glorificar a Dios y disfrutarlo por siempre! “Porque todas las cosas proceden de él, y existen por él, y para él. ¡a él sea la gloria por siempre! Amén” (Rom. 11:36, NVI). Recordemos la exhortación de Pablo a los Corintios cuando dijo: “En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31, NVI).

Oro que el Señor me ayude a vivir una vida digna de Su llamado, resolviendo hacer lo que es bueno, movida por la fe, para la gloria de Cristo, mi bien y mi gozo. Oro que a través de este escrito tú también seas animada a tomar decisiones que honren a Cristo y te lleven a ser más como Él.

Vivamos con un corazón resuelto a hacer lo bueno. Ya sea que debamos comenzar a hacer algo, o que debamos dejar de hacerlo. Las buenas resoluciones no son para cada año, sino para cada día…